Hay quienes están encantados de que Cultura siga siendo un ministerio separado de Educación y, a la vez, de que Vox entre en el gobierno, sin entender, quizá, que el silogismo termina con Buxadé como Ministro de Cultura y con El Prado como una herramienta al servicio de la guerra cultural. Unido a Educación, jamás se lo darían, supongo. Ni Presidencia, Interior, Exteriores, Defensa, Justicia, Economía, Hacienda, Sanidad, Servicios Sociales, o Administraciones Territoriales. 

Así que queda Agricultura, Industria y Cultura. Pero vaya, que quizá me equivoque y exigir carteras sea tan sencillo como tener enfrente a alguien tan errático, débil y pueril como Guardiola, que estaba debatiéndose entre ser Juana de Arco y Pedro Sánchez y ha optado por lo segundo. La realidad es que ha fallado a su palabra y a todos sus votantes, a los que prometió que jamás gobernaría con Vox. E igual de cierto es que recula Feijóo, que dijo que con un 8% de los votos Vox no podía entrar en el gobierno y solo le ha faltado pedirles perdón de rodillas. En fin, que si Guardiola hubiera tenido paciencia se habría ido con la dignidad intacta, una imagen de superioridad moral, de honestidad y de centralidad y estaría en su casa esperando el momento en el que los pactos entre PP y Vox fracasen. Que lo harán. Y no tardando.

Es difícil seguir haciendo campaña enfrentándose a las contradicciones del sanchismo cuando el PP muestra que cae y seguirá cayendo en idénticas contradicciones. Y también es complicado mantener una posición de moderación cuando demuestras que, para llegar al gobierno, vas a ceder en lo que Vox te pida, bajo ese mantra de que ‘es lo que quiere el votante de centro-derecha’. Bien, ha quedado claro que, efectivamente, ante una tensión negociadora, la mayor parte de la derecha se pone del lado del acuerdo a cualquier precio, o, dicho de otro modo, de que el PP ceda a los chantajes de Vox. Pero ojo porque los mismos que hoy te exigen un pacto de gobierno, mañana, al ver a donde llevan, te echarán en cara tu escasa capacidad por no haberlo visto venir. 

Cuando Vox tenga el Ministerio de Guerras Culturales y decida tensionar a Feijóo con alguna decisión o declaración intolerable, las calles arderán y habrá ceses. Y, entonces, Vox retirará su apoyo. Y Feijóo no podrá gobernar en minoría y acabaremos en elecciones anticipadas. Aunque parezca contra intuitivo, la estabilidad no la da tener a Vox en el gobierno sino tenerlos fuera y asegurar un pacto programático. En caso contrario, los enfrentamientos que hemos visto en la izquierda serán un juego de niños. Y solo hay una persona en la derecha española capaz de enfrentarse a Vox y salir reforzada. Se llama Isabel Díaz Ayuso y ayer me dio por pensar que, precisamente por ello, podría ser la misteriosa vicepresidenta que anunció Feijóo. Desde luego, ponerla por encima de los ministros de Vox los desactivaría. Y ella se aseguraría ser la sucesora ‘in pectore’ de un hombre que acabará la legislatura con 65 años. Quién sabe.

(Esta columna se publicó originalmente en ABC el 3 de julio de 2023. Disponible haciendo clic aquí)