
«Esta noche, debate contra el fascismo de Feijóo. Martes y miércoles cumbre de la OTAN en Lituania contra el fascismo de Putin (no olvidar llevar el pin azul de presidente de turno). Volvemos a Madrid (poner lavadora de camisas rosas). Fin de semana en Valencia (llamar a Ábalos) para luchar contra el fascismo de Mazón y luego a Barcelona, contra el fascismo de Rajoy, culpable del 1-0. (Bailar con Iceta). El 17 y 18 cumbre de la Celac en Bruselas, contra el fascismo de Bolsonaro, Kast y Milei. Si, por el camino, surge algún hueco, lucharemos contra el fascismo de Mañueco en Castilla y León, que Segovia pilla cerca y desde Moncloa es directo por la A6. Faltaría quizá algo en Euskadi, pero justo pilla ahora el aniversario de lo de Miguel Ángel Blanco y nos viene mal porque su asesino fue Txapote y ya se sabe lo que me dicen por las calles. (No confundir Txapote con Txapapote). Si hace bueno, Dos Hermanas. Acabamos en Madrid, quizá en ‘Fuenla’, que tenemos absoluta y es buen ejemplo para luchar contra el fascismo de Ayuso. El domingo a votar. (Por la tarde mirar tema Marismillas)».
Yo, la libreta de Sánchez, me la imagino algo así. Y, pese a lo que pueda parecer, esta campaña que acaba de empezar, estará terminada para Sánchez a eso de las once y pico de la noche. La campaña real, la que cuenta, la que puede mover algún voto entre bloques, empieza y acaba hoy con el debate. Y lo demás, para él, es tiempo de descuento, actos presidenciales, eventos para rellenar en función de trackings y, ya sin disimulo, confirmar el desprecio por el mitin, por lo presencial y por la calle, para refugiarse en Palacio, en moqueta bruselense, alfombra lituana y medios amigos, que ya se sabe que el resto somos unos pedazo de fachas.
Todo pasa, para él, por el debate de hoy. Y toda la estrategia de Sánchez esta noche pasa por (1) evitar que sus votantes descontentos se queden en casa o voten al PP como sucedió el 28M y (2) intentar llevarse el voto de podemitas resentidos con Yolanda o de pseudocomunistas hartos de ese rollito de izquierda-Barrio Sésamo. Esto significa, en la práctica, que hay que alentar como sea el miedo a Vox y hablar siempre a la vez de ‘la extrema derecha y la derecha extremizada’ para vincular a Feijóo con retrocesos para las mujeres, los homosexuales y la lucha contra el cambio climático.
Eso evitará el trasvase de PSOE a PP y hacia la abstención. O eso cree, claro, porque la realidad se impone tozuda y una vez tras otra le demuestra que ese argumento no funciona. Pero es que eso es todo, no hay más bazas. Veremos, por lo tanto, un Sánchez en modo aspirante intentando retar a un Feijóo en modo presidencial. No duden por un momento que utilizará todas las bazas que tenga, sean sucias o no. Y ‘todas’ significa ‘todas’, es decir, también las personales, la foto del narco, la sombra de la corrupción, bulos como identificar la crisis de 2008 con ‘la respuesta neoliberal del PP’, le echará de nuevo a la cara que el PP nunca quiso que ETA terminara, le echará a la cara sus propios muertos y también los cadáveres de las mujeres asesinadas por violencia de género. Y dirá que los votantes del PP son mucho mejor que sus dirigentes y se merecen más. Si a Rajoy le llamó ‘indecente’ delante de toda España y empozoñó el debate hasta la arcada, hoy prepárense para que salga pez de las tuberías de Atresmedia. Es un animal herido, se lo ha preparado y se está jugando todo, aunque, en este momento, eso solo signifique que le echen de Moncloa, pero no de Ferraz. Así que, el que avisa, no es traidor. Llega el encanallamiento. Tengan a mano las sales.
(Esta crónica forma parte de la serie ‘Sánchez: segundos fuera’ publicada diariamente en ABC durante la campaña electoral. Esta pieza se publicó el 10 de julio de 2023. Disponible haciendo clic aquí).