
Sánchez mandó a Yolanda a quemarse a Waterloo, con Asens de mecánico. Tras unas tonterías antidemocráticas de Urkullu –también quemado–, mandó para allá a Ortuzar, la ‘prima donna’ del progresismo requeté, esa ‘izquierda’ de ley vieja, ‘txoko’ segregado y póster de Carlos María Isidro. Quemado. Y quemado también Puigdemont, que tiene a dos tercios de su electorado exigiéndole que no invista a Sánchez. Porque serán golpistas, sí. Mas golpistas resabiados. Quemado también Feijóo, que anda dando bandazos y mirando a la nada como un boxeador tratando de comprender qué ha pasado. Peor aún: como una vaca que mira al tren y rumia con lentitud la segunda digestión de sus pastos quemados. También quemados todos los vencejos de la prensa afín, cuya ejecución del baile del pesebre ha sido perfecta. Ya están todos calcinados. Y, además, a lo bonzo, sin rastro de dignidad, credibilidad ni vergüenza tras haber sido enviados a convencer a España de las bondades del golpismo y lo progre que resulta amnistiar fascistas.
Va a traicionarlos a todos. Va a dejarlos tirados y los va a abandonar a los pies de los caballos el día que no le salgan las cuentas, coja al toro por los cuernos, disfrace de dignidad su fracaso y diga que, por supuesto, ni amnistía, ni autodeterminación ni unilateralidad ni leches, que es algo así como dejar a tu novia media hora antes de que ella te deje a ti. Y nos daremos cuenta de que el único no quemado es él, que –nos dirán– ni siquiera se ha llegado a sentar con el Tejero de Gerona. Y el relato no dirá que no tuvo los votos, sino que no los quiso, que con esas premisas no se podía ni negociar, que vamos a elecciones porque el PSOE defiende la Constitución y que ni siquiera va a presentarse a la investidura. Porque –dirán– al contrario que el PP, el PSOE es tan leal al Rey que no va a presionarle ni a ponerle en el compromiso de proponer otro candidato fallido. Y así Sánchez se ahorra hasta la ira parlamentaria de un Frankenstein desencadenado.
Será interesante ver a los vencejos cambiar de dirección y afirmar que la amnistía nunca se planteó y que qué gran hombre de estado es Sánchez. Todo esto lo tiene tan claro Podemos que, para votar ‘sí’, ya exige imposibles como que Montero sea ministra de Igualdad. Se apunta al carro del ventajismo sacando pecho a toro pasado y lanzando la campaña antes que nadie. La duda es cuándo cambiará Sánchez de tercio. Creo que el mejor momento para anunciar que no acepta las condiciones es media hora antes de la investidura de Feijóo, que se quedará sin argumentos. Toda la escenografía de esta fase ha tenido como objetivo hacer creer a Feijóo que Sánchez lo tenía hecho. Pero es falso. Creo que vamos a elecciones y si el PSOE lograra ganarlas –algo muy posible– veremos a Feijóo invistiendo a la fuerza más votada, tal y como ha prometido. Y entonces ustedes, que creían que quien se quebraba con esto de la amnistía era el PSOE, verán, con sorpresa, que lo único que puede que se parta en dos es el PP.
(Esta columna se publicó originalmente en ABC el 18 de septiembre de 2023. Disponible haciendo clic aquí).