
Borja Sémper es un buen parlamentario. Me atrevería a decir que llegará a ser sobresaliente. No lo tiene difícil: el nivel general es deplorable. Si la democracia española está deteriorada, no ha de sorprendernos que lo esté también su reflejo, este hemiciclo que ha ido convirtiéndose en algo a medio camino entre una asamblea de la ‘uni’ y una reunión de tribus a medio civilizar. Pero con pinganillos que nadie usa. Unos porque hacen como que no les importa lo que diga el resto y otros porque hacen como que entienden todas las lenguas, como un Pentecostés del progreso en el que se estuviera produciendo una xenoglosia galeusca.
Decía que Semper llegará a ser un gran parlamentario. Pero solo si no se lo cargan antes los suyos, que de sutileza y sofisticación no andan sobrados. Intentó explicar el martes que el euskera no es patrimonio de los nacionalistas y que puede utilizarse si luego se tiene la deferencia de auto traducirse. Pero no se entendió. Entre otras cosas porque sus compañeros no llevaban pinganillo, claro. De cualquier modo, la sangre no ha llegado al río y si en la primera jornada el sentir general en su grupo parlamentario era que no estuvo acertado, en la segunda la satisfacción fue unánime. Le aplaudió hasta Cayetana. ¡Llegó incluso a mirarle! Crisis zanjada.
En cualquier caso, la sesión comenzó con el debate de las enmiendas de PNV y Vox. La del PNV salió adelante con la abstención del PP y la de Vox decayó con abstención de los mismos. Esto es importante porque se produce en vísperas de una investidura para la cual el voto favorable de los de Abascal no se da por hecho. De devolverles la abstención puede desencadenarse una crisis de consecuencias imprevisibles en las comunidades autónomas. O, dicho de otro modo, la ruptura definitiva de Vox y PP en Madrid podría llevarse por delante los gobiernos de coalición y dar comienzo a la madre de todas las crisis. Veremos.
De momento, volvamos a la sesión. Por el PNV, Agirretxea, cuyo objetivo era mostrar que ellos son más vascos que los de Bildu porque hablan exclusivamente euskera. No descarto que esto termine con otra ‘guerra de bandos’, gamboinos contra oñacinos, vascos contra vascos, esos que en los siglos XIV y XV se hicieron tanto daño que tuvieron que llamar al Rey de Castilla para que pusiera paz. El martes dijo Agirretxea que «están ustedes llenos de castellano-centrismo. No pueden quitarse de encima la sombra del imperio». Y lo dice uno del Señorío de Vizcaya, que no es solo parte protagonista de la Castilla y el Imperio que tanto desprecia, sino que es su núcleo duro, la génesis de los Trastamara y la zona cero de la Armada Hasbsburgo. Pero qué más dará.
A todo esto, Vox no estaba en la sala. Sus diputados entran y salen en función de si quien habla lo hace o no en castellano. Así que Marc Lamuà, del PSC, decidió ‘trolearlos’ intercalando ambos idiomas para ver en directo eso de «un pasito palante María, un pasito patrás». «Arriba con el tiro-liro-liro-lí, abajo con el tiro-liro-lero». La cosa se limita ya a ver quién hace gestos más infantiles mientras el resto miramos con ese punto de vergüenza ajena que da conservar el sentido del ridículo.
Pepa Millán -que trae recuerdos de la primera Olona- dijo a Pueyo que los españoles no tenemos la culpa de que el profesor le tuviera manía. Recordemos que el diputado había dicho que en el colegio le hacían llorar por hablar aragonés. Pueyo intervino para decir que Vox los llevaba reprimiendo toda la vida -nació en 1995-. Y lo hizo en aragonés, que no puede usarse sin auto traducirse. Pero no lo hizo, Armengol estaba a sus cosas, el reglamento no se cumplió y nadie pareció darse cuenta porque nadie es capaz de asegurar fehacientemente en qué idioma habla el resto. Y, sin más, reglamento modificado con una del PP equivocándose en la votación, como marca la tradición.
Completaron el festival de recuerdos de represión castellana y fascismo imperialista Bildu, Junts, ERC, Compromís y el BNG, que culpó a los Reyes Católicos -curioso fascismo ‘avant-la-lettre’- de la represión del gallego. Lo hizo bajo sendas estatuas de sus católicas majestades. No descarto que, en cuanto alguno caiga en la cuenta de ello las harán cambiar por una de Junqueras orante y otra de Puigdemont con clériman. Quizá inaguren así el ‘salón de los golpes perdidos’. Van justo detrás de Tejero.
(Este texto forma parte de ‘Acotaciones de un oyente’. Fue publicado en ABC el 22 de septiembre de 2023. Disponible haciendo clic aquí).