
En un universo paralelo, un diputado de Vox se levanta amenazante en las Cortes Valencianas y se encara con una diputada de Compromís. Su actitud de chulo de bolera deja entrever que, quizá, no es la primera vez que se mete en líos. Tiene una mirada agresiva, los músculos de la mandíbula en tensión, como suelen tener los hombres iracundos y una disposición física predispuesta al enfrentamiento. Se nota que es consciente de que ha cometido un error del que no sabe salir. Quizá porque no hay salida. Ha de relajarse, pero no puede. Tiene la adrenalina disparada y hasta su compañera de escaño puede escuchar su corazón palpitando.
La joven diputada se siente amenazada –lo está– y sufre un ataque de pánico que le impide continuar con su trabajo. Mientras una ambulancia se la lleva al hospital con un cuadro de ansiedad, su grupo parlamentario pide la reprobación del diputado. El resto de grupos se unen a la petición y se suspende la sesión mientras la policía acude a tomar declaración al diputado de Vox, que, evidentemente, ya ha sido denunciado. La fiscalía se suma a la denuncia y los medios abren sus ediciones digitales con «Agresión en el Parlament», «Peor que Rubiales: violencia en directo» o «Atentado machista de la derecha en Valéncia». Las redes se llenan de acusaciones de otras actuaciones similares del mismo diputado, el hashtag #DerechaEsViolencia es ‘trending topic’ y el acusado se ve obligado a dimitir y a pedir disculpas.
El alboroto que se forma es de tal calibre que las calles de Valencia comienzan a llenarse de gente con pancartas, fotos de la diputada y camisetas en las que se puede leer: «Unides contra el feixisme». La concentración es inmensa, ya nadie sabe donde comienza y donde termina. Sumar convoca movilizaciones frente a las sedes de Vox en todas las ciudades, a las que se une el PSOE, los sindicatos, los partidos independentistas, Amnistía Internacional, Greenpeace y Juana Rivaslee un comunicado de repulsa en el Parlamento Europeo. Irene Montero pide abiertamente la ilegalización de Vox. «Hemos pasado de una agresión sexual a una agresión física. La intimidación es una forma de violencia y la compañera va a pedir una orden de alejamiento inmediata por las coacciones y amenazas sufridas. La ‘ley del sí es sí es’ más necesaria que nunca».
El PP se ve obligado a reprobar la actuación e inmediatamente rompe sus acuerdos de gobierno en la Comunidad Valenciana, lo que hace que Vox rompa, a su vez, los gobiernos en el resto de comunidades. La crisis es enorme y la investidura de Feijóo se convierte en una batalla campal de la izquierda contra el fascismo con medios de toda Europa haciéndose eco de la situación de inseguridad en las comunidades ultraconservadoras. Ya nadie habla de la amnistía y se presentan un millón de firmas en el Congreso para que Vox sea tratado como un partido terrorista y sus afiliados inhabilitados para cargo público. Mientras tanto, en nuestro universo, Yolanda se mete con Guerra por no sé qué de una peluquería.
(Esta columna se publicó originalmente en ABC el 23 de septiembre de 2023. Disponible haciendo clic aquí).