Cuenta Juan Ortega que cuando le pidió a Pepe Luis Vargas que lo apoderara, este respondió que tenía que consultarlo con la vecina. A Juan le costaba imaginarse al maestro en el rellano de la escalera pidiendo sus impresiones a una señora en bata, pero no dijo nada. Luego resultó que la vecina no era una señora de Camas sino la que llora en San Gil. Le dijo que sí y aquel día empezó a cambiar todo. Pepe Luis le fue explicando toda la escuela sevillana y algo comenzó a germinar dentro de él. Y, gracias a eso, los demás sabemos ahora que siete años es exactamente el tiempo necesario para completar una formación interior, pasar de humano a artista y convertir en Verdad lo que solo eran reflejos.

(Este el el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 7 de octubre de 2023. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí).