Se le veía en el rostro un malestar especial, una preocupación en estado de latencia, como si se hubiera convertido en crisálida y estuviera recorriendo el camino de vuelta, de mariposa a larva, de cisne a patito, del Falcon al Peugeot. Sánchez entró en el Patio de Floridablanca como Richard Ashcroft en ‘Bittersweet Simphony’. Sobreactuaba ‘actitud’, pero bajo aquel cielo gris apareció una fragilidad que creíamos perdida. Hacía tiempo que el presidente no dejaba entrever un gesto de vulnerabilidad, pero, qué narices, también hacía tiempo que no estaba en manos de Iglesias, que es su Moriarty, su Salieri y su Correcaminos. Así es la vida y aquí estamos de nuevo, viendo cómo Sísifo se enfrenta al desfiladero y mira agotado el punto de partida. 

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 7 de diciembre de 2023. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí).