
El que tenía ganas de colgarse a sí mismo de los pies era yo tras escuchar a Patxi López. Valoré escribir como un murciélago, hacer esta crónica como un Nosferatu pendiendo de las lámparas del Congreso, con los brazos cruzados sobre el pecho. Quizá al ver las cosas al revés, lo de Patxi podría parecerme pasable. Pero ni por esas. Y eso que solo fueron veintidós minutos, quince primero y siete después. Pero qué veintidós minutos. Es el acto de humillación pública más grande que he visto, el mayor insulto posible a los viejos socialistas, a las siglas, a sus principios y a su propia palabra.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 13 diciembre de 2023. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí).