Yo creo que hay pocas cosas que un vallisoletano respete tanto como el vino. Es un vínculo que trasciende lo material para adentrarse en lo espiritual, en lo emocional, casi en el terreno de los afectos. El vino aquí no es solamente una bebida y desde luego no puede ser reducido a un mero conjunto de cualidades organolépticas, como si esto fuera, qué sé yo, la etiqueta de un bote de ensaladilla rusa. El vino es otra cosa. Da igual blanco, que tinto o rosado. Es algo cultural, antropológico e incluso artístico. En eso me recuerda a la Semana Santa, que nace de lo religioso pero que lo trasciende para llegar a lo etnográfico y lo social. Pues el vino parecido. Es una expresión del pueblo que no está para quitar la sed sino para otras cosas mucho más serias. Entre ellas, para formar identidad, para unirnos a la tierra, para relacionarnos con nuestra gente y para honrar a los que un día plantaron esas viñas. Y, en el caso de los vallisoletanos, todo esto nos hace sentir además una devoción ancestral, atávica y casi litúrgica. Y es lógico. Supongo que nos recuerda lo que somos: pan y vino, trigo y vid. Eso es lo poco que nos da esta tierra pobre y por eso la debemos respeto y agradecimiento. Al menos eso nos han enseñado nuestros abuelos: aquí se agradece a la vida con vino. Se me vienen a la cabeza mis abuelas que, aunque nunca bebían alcohol, cuando había algo que celebrar no perdonaban un vaso de vino en la mesa, casi era obligatorio. No tenía por qué ser un gran vino, pero tenía que ser vino. Era una especie de sacrificio, de ofrenda, algo muy serio y a la vez muy poco serio que conforma una expresión plenamente humana, la transformación de lo natural en lo intangible, lo vulgar en sublime. Pero sobre todo es algo que interpela a aquellas mesas humildes, que veían y siguen viendo cómo la sola presencia de una botella de vino decente es capaz de elevar la autoestima y la dignidad de toda una familia.

(Este extracto forma parte de un texto que se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 23 febrero de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí).