
‘Insultar a un jugador de fútbol negro‘ es un subconjunto de la categoría ‘insultar a un jugador de fútbol’ que, a su vez, forma parte de otra aún mayor, que es insultar en general, insultar dando gritos, echando espumarajos por la boca con la yugular tensa como la cuerda de una bandurria y, seguramente, delante de muchos niños. Yo entiendo que un niño donde debe estar un domingo es en su casa leyendo, con sus amigos haciendo deporte o con sus padres dando un paseo. Si hace bueno puede ir al campo o a la playa, jugar con sus primos, cogerse el tétanos en columpios oxidados o abrirse la cabeza bajando escaleras con una bicicleta destinada a dar paseos bucólicos, paseos como de película holandesa, con tulipanes en la cesta de delante y una tarta en la de atrás. También puede estar en misa, en un museo o visitando a sus abuelos y su bandeja de torrijas, hasta el coma diabético. Pero no en un campo de fútbol, que es, hoy por hoy, el entorno más agresivo, menos virtuoso y más inapropiado que se me ocurre para un niño después del Congreso de los Diputados.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 1 de abril de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí).