
Estaba la mañana como de ir a salir el Cachorro. El maestro Curro Romero se despertaba en la Gran Vía mirando al cielo y dudando de si en Madrid estaba a punto de hacer buen día o malo, si las nubes venían o no de Huelva y de por qué este Domingo de Resurrección nos había caído en jueves. Mientras lo decidía, se iba vistiendo con esa heterodoxia con la que se visten los que tienen la carrera hecha pero el discurso a medias. Supongo que, en esos momentos, se acordaría de sus tiempos madrileños, de aquella casa en Delicias o de cuando vivió en el Wellington con su mono Jaime, fingiendo ser lo que no era porque aún no sabía que, en realidad, ya lo era todo.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 5 de abril de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí).