
Lo malo de ver ‘Juncal’ es que después uno ya no quiere salir a la calle, ni ver coches modernos ni pantallas de móviles. Ni cafés de franquicia ni restaurantes con QR ni Nefflix. Lo que uno quiere es quedarse a vivir en Juncal, tomar un cafelito en ‘Los Gabrieles’, pasear por el Arenal sevillano y decirle a la Maestranza eso de: «Buenos días, mi reina. ¿Has descansado bien? Dicen que todas las plazas son redondas, pero tú naciste redonda». Y ponerse el mejor traje, un sombrero y fingir una cojera para vivir en torero entre patios de vecinas, recuerdos de glorias y un Búfalo al que pedir que me contara otra vez lo de aquella tarde en la plaza de El Puerto.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 11 de abril de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí).