En Castronuño el Duero hace un meandro como un presagio. Parece que el río estuviera valorando irse de vacaciones al sur, pero lo descartara en el último momento. Es un cruce de reinos –León y Castilla– y de denominaciones de origen –Rueda y Toro–, aunque, en realidad, hasta Oporto todo es parte de la misma ribera del padre Duero, la femoral de Castilla. Allí tiene un refugio Esteban Celemín, que es ingeniero aeronáutico, bodeguero y naturalista, o sea que es a la vez Mendel, Edison y Adrià. Su afición es hacer vinos y, la verdad, está bien tener amigos con este tipo de hobbies. Algunos, para pasar el rato coleccionan sellos, otros hacen Legos y otros nos hacen felices. A Esteban le dio por matar el tiempo con viñas y le salen obras maestras, que es como si yo, para desconectar, me pusiera a pintar y me salieran Las Meninas.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 22 de abril de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí).