Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Uno de los dos ‘perrosanxes’ ha de helarte el corazón. Esa es la principal conclusión de la sesión de este miércoles: el presidente tiene dos almas, dos personalidades o, posiblemente, dos escritores de discursos; uno de ellos debe ser un hippie que vive en las Cíes hasta arriba de pasiflora y que escribe tras releer ‘Juan Salvador Gaviota’. El otro, un tipo oscurete expuesto a las tesis de Steve Bannon como Malcom McDowell en ‘La naranja mecánica’. El presidente va alternando el estilo de uno y de otro y, así, en un párrafo se queja de los insultos y en el otro insulta; en uno denuesta la mentira y en el siguiente miente; en un pasaje se queja del lodazal y en el otro chapotea feliz en el barro. Así que el presidente comenzó como el Dr. Jekyll, pidiendo a la Cámara cortesía para poner punto y aparte en la deriva de crispación, pero le duró exactamente veintiséis minutos, momento en el que salió Mr. Hyde para poner un punto y aparte en el punto y aparte, meter a Juan Salvador Gaviota en una jaula y llevarse la contraria a sí mismo, como si dentro de su cerebro se estuvieran peleando los hermanos Gallagher.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 22 de mayo de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).