La sesión en la que el Congreso aprobaba la Ley de Amnistía pasará a la historia por varios motivos. El primero, porque se trata del día más negro para la democracia española desde el 23F. Entonces fue un pequeño grupo de exaltados el que intentó dar un golpe de Estado. En esta ocasión han sido 177 diputados, con sus nombres y apellidos, los que han decidido ponerse por encima de las leyes -es decir, del pueblo del que emanan-, para borrar los delitos de un grupo de golpistas, sediciosos y malversadores, así como las penas a las que fueron condenados por el tribunal competente, en un juicio justo y con todas las garantías procesales. Todo ello a cambio de que el PSOE permanezca en el poder unos meses, en un ejercicio de corrupción política sin precedentes. El Legislativo se pone, así, por encima del Judicial, termina con la separación de poderes, con el imperio de la ley y con el principio de igualdad de todos los españoles. Esta vez no han hecho falta tiros, aunque yo no dejaría pasar la oportunidad de regalar a sus señorías un disfraz completo de Tejero, con su bigotito y todo, para que vuelvan así a sus respectivas demarcaciones y dejen claro a sus votantes quiénes son y qué defienden.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 30 de mayo de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).