
Algún día tendrán que jurarnos que lo que hemos vivido es cierto, que no ha sido un sueño, ni una alucinación lisérgica ni un cantar de gesta; que lo que hemos protagonizado no es una Odisea postmoderna, ni la historia mágica de una realidad paralela ni uno de esos cuentos que los más viejos de la tribu cuentan a los jóvenes junto a la hoguera, los días fríos, para motivarlos antes de salir a cazar, exactamente igual que un día otros hicieron con ellos. Yo no descarto que en el futuro volvamos a las cuevas. Pero, si lo hacemos, en las paredes no encontraremos bisontes sino la cara de Vinicius, a cuyos pies realizaremos ofrendas, rituales, sacrificios. Y a su lado a Carvajal entronizado, esculpido en hilo de oro como la deidad de una tierra vieja y olvidada. Y los niños llevarán en su corazón amuletos con el rostro de Valverde. Y monedas con Kroos montado a caballo. Y los días de fiesta llevarán trenzas como Camavinga. Uno empieza a pensar que el Madrid ganaría finales de copas de Europa aunque saliera a jugar Chendo con los utilleros.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 2 de junio de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).