Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto. Seremos un recuerdo, al menos durante un tiempo. Y un poco después, ni siquiera eso. Todos estos años pasarán al olvido como pasan las malas cosechas, los miércoles de ceniza, los becerros de oro. No hay nada en esta época digno de reseñar excepto el Real Madrid y Morante de la Puebla, por lo que quizá el futuro se limite a empaquetar nuestro tiempo, envolverlo de un celofán transparente y cutre y bautizarlo con el nombre de una pregunta de examen, algo así como: ‘La gran crisis de 2030: orígenes y antecedentes’. Y se hablará ahí del Covid, de la inflación, de Putin, de Gaza, del auge de los populismos, del fin de Europa, del fin del euro, del fin de la prensa y de la caída de la democracia liberal ante los avances de dos extremismos siameses que nos trajeron a un gran dictador por aclamación. Nada nuevo, pasa cada cien años. E igual que se entra, se sale. La sociedad crea las enfermedades y también los anticuerpos. Todo irá bien. Pero quizá, dentro de unos años, alguien vuelva la cabeza a este momento de la historia. Y como no le valdrá ese resumen de libro de texto de segundo de bachillerato, abrirá la hemeroteca de ABC para intentar comprender qué pasaba de verdad, cómo vivíamos, qué subyace detrás de las noticias y de los ojos de la gente. Y encontrarán entonces a Jesús Nieto Jurado, el mejor de todos nosotros

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 30 de junio de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).