Eran el último reducto de esperanza, la familia perfecta, esa estampa navideña que todos soñábamos protagonizar cuando éramos niños y nos proyectábamos en el futuro pensando que el amor iba a ser lo normal y nuestra vida un eterno domingo a la salida de misa, uno de esos domingos fríos y soleados de invierno en Valladolid, de los de vermú, bolsa de patatas y la felicidad inigualable de quien sabe que le quieren por lo que es y no por lo que hace. Yo los veía tan guapos, tan jóvenes, tan forrados y, sobre todo, con esa formidable capacidad para fabricar niños de anuncio… que se me cae el mundo encima. Los Morata-Campello se separan y el verano es cada vez más siniestro.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 18 de julio de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).