
La hiperintelectualización es una enfermedad del alma. La otra es la sentimentalización. Si la primera te mata de frío, la segunda te ahoga de calor, un calor repugnante y viscoso como una almendra garrapiñada en una de esas ferias polvorientas y ruidosas. Lo sentimental tiene poco que ver con el sentimiento al igual que el progresismo tiene poco que ver con el progreso. Pueden parecer lo mismo, pero son solo primos terceros, copias falsificadas, engaños semánticos. En realidad, una cosa es ser sensible y otra sentimental: lo primero viene con la boca abierta y lo segundo con el termómetro en la mano.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 15 de septiembre de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).