
El evento estaba anunciado a las siete, pero tres cuartos de hora antes ya se percibían en la calle Prado un revuelo, un revuelo tenso marcado por la presencia de Policía Nacional, escoltas, guardaespaldas, secretas y grupos de turistas que van hacia el color azul-madero con la misma irracionalidad con la que las polillas se estampanan en la luz blanca. Yo había ido a hacer tiempo a Casa Pueblo, que es una taberna donde se suele palpar bien el ambiente en estas ocasiones. Pero cuando llegué, Casa Pueblo ya había desaparecido. Pensé que la cosa podía tener algo de simbólico, no deja de tener gracia que Casa Pueblo se esfume justo el día en el que Zapatero viene a contar a los venezolanos sus delirios de lobista mesiánico al servicio de la Casa del Pueblo sociata, que no es otra que el Palacio de La Moncloa. La cosa es que el pueblo no estaba en casa sino fuera, esperando a Zapatero con banderas venezolanas, pancartas y mucha mala leche.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 25 de septiembre de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).