Como un ciclista que ve la meta e intuye debilidad en su compañero de fuga, Podemos se dispone a lanzar el ataque definitivo contra Sumar en el momento clave de la legislatura. Iglesias es un depredador, ha olido sangre y sabe que no habrá mejor oportunidad ni un entorno más adecuado para cambiar el ritmo y salir del letargo. Así que lo hace, pone los músculos en tensión, abre las fauces y lanza un ataque rústico y deslavazado para el que ni siquiera ve necesario camuflarse. Lo hace a pecho descubierto. Tanto que esa misma noche está a punto de reivindicar la autoría públicamente e irse al banderín de córner a celebrar el gol. En cualquier caso, cuando finalmente ve a la presa y salta a por ella, se encuentra con la ayuda de un aliado inesperado que no es otro que la derecha de este país, tan previsible, limitada y poco sofisticada como siempre, que aún sigue pensando que todo esto va de braguetas y no de poder. Y esa derecha, en lugar de intuir la jugada, callar prudentemente y dejarles que se maten entre ellos, decide coger el piolet de las manos de Iglesias y linchar personalmente a Errejón para que Podemos logre lo que pretende sin ni tan siquiera mancharse las manos.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 26 de octubre de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).