Hablo con mi amigo Jorge Fraguas, líder de Ciconia, banda vallisoletana que está triunfando por Europa con un metal instrumental que, sinceramente, me costaría definir. Pero eso es lo de menos. Aparte de un amigo de los de verdad, Jorge es un artista de los pies a la cabeza, un privilegiado con pinta de vikingo, pero de vikingo de los chungos, de los que te rebanan el pescuezo con la misma navaja con la que están cortando trozos de carne a una vaca que gira sobre un fuego sagrado y ritual. Fraguas tiene una capacidad para la música que sólo he visto en los grandes genios. No sé cuál es su instrumento porque, en realidad, los toca todos. Y, en realidad, da igual. Porque Fragua no es un intérprete sino un autor, un compositor, una fuerza creadora que esparce su talento en la dirección que más le convenga; hoy un tema, mañana un álbum, pasado una banda sonora. Pareciera que hubiera nacido con la carrera completa de música y que la vida, para él, fuera apenas un trayecto para poder expresar lo que ya llevaba dentro de modo innato, como esos niños que nacen hablando lenguas muertas. A veces pienso que le han cargado en el disco duro una vastísima obra y que el programa le fuera liberando ideas de modo aparentemente caótico, aunque programado, como la obsolescencia de las lavadoras. Podemos decir que Fragua habla músicas muertas. Y tras una trayectoria muy larga en decenas de bandas y proyectos ha encontrado hace años su lugar definitivo en ‘Ciconia’, un proyecto en el que actúa como el Rey Sol.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 1 de noviembre de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).