
Para no variar, Sánchez tampoco acudió este miércoles a la sesión de control en el Congreso. Al Senado ha acudido solo una vez en los últimos 18 meses y por si se lo preguntan —que supongo que no—, no tenemos debate sobre el estado de la nación desde hace casi dos años y medio. Esta vez el presidente estaba en Brasil en la cumbre del G-20, pero es lo de menos: en la pasada sesión estaba en Azerbaiyán, en la anterior en la India y en la anterior a esa en Portugal. Lo suyo es un patrón y al igual que no acude a ninguna votación que va a perder, tampoco acude a ninguna sesión en la que tenga algo que perder. Sobre todo, si lo que tiene que perder es imagen: ya comprobó en Paiporta que no le queda mucha. La próxima vez que comparezca, que será el miércoles que viene, lo hará a petición propia, como ya hiciera el 9 de octubre, que es la manera que tiene de decirle al pueblo que él no rinde cuentas, que desprecia lo que no controla y que si va al Congreso es solo porque quiere. No es Montesquieu, no.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 21 de noviembre de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).