
Entre Aldama y El Dioni, me creo a El Dioni. Entre Aldama y El Vaquilla, a El Vaquilla. Entre Aldama y Saul, el de ‘Better Call Saul’, me quedo con Saul. Por cierto, que si Sánchez se dejara bigote se convertiría en Lalo Salamanca, el villano de la serie, pero ese es otro tema. Entre Aldama y El Lute, El Lute. Incluso entre Aldama y Negreira, por ponernos en niveles ‘hardcore’, yo me fío de Negreira. Solo hay alguien con menos credibilidad que Aldama, alguien en la base de la cadena trófica, y ese es Sánchez. Así que, si tengo que elegir, me creo a Aldama. Y eso a sabiendas de que puede haber mentido en algo. Da igual, con que solo un pequeño porcentaje de lo dicho fuera cierto –y tiene pinta de que hay mucho más– ya habría más verdad en él que en toda la trayectoria de Sánchez. Y con ese porcentaje el PSOE y el Gobierno se convertirían en una cuerda de presos desfilando con una arropea en el pie hacia un abismo desconocido en democracia. Y que desfile el PSOE me da igual, es cosa suya y el fin de semana que viene en Sevilla los veremos orgullosos festejando el olor a pies. En otro momento diría que no es bueno para España que el partido que representa a la izquierda moderada se vea en estas. Porque la alternativa no es que todo el mundo se haga de derechas, sino que voten a la izquierda antisistema. Pero, hoy por hoy, como si desaparecen. Es complicado hacer más daño al país. Y a la democracia, desprestigiada. Y a las instituciones, denostadas. Y al sistema, cuestionado de arriba abajo, aunque en esto les haya ayudado todo el hemiciclo, al completo y sin excepciones.
(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 23 de noviembre de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).