Estamos a punto de asistir al nacimiento de una nueva tendencia: la de los jóvenes que salen de casa sin móvil. La comenzará uno solo, el pionero, un chaval aparentemente normal y quizá algo malote al que llamaremos Mateo. Porque todos los chavales de ahora se llaman Mateo, ya no hay Pepes, Curros ni José Marías: solo Mateos. En cualquier caso, el nombre del tipo es lo de menos, lo importante es que nada nos hará pensar que tras sus parietales afeitados y ese flequillo como de llama andina, Mateo escondía una mutación actitudinal nacida por generación espontáneaque le haría romper las cadenas que le convertían en esclavo. Pero así será. Seguramente lo haga sin darle demasiada importancia, puede que simplemente un día se le olvide el iPhone en casa y, tras un par de horas con cierta ansiedad, termine por olvidarse del tema. Y quizá en ese intervalo se encuentre con una chica a la que llamaremos Claudia. Porque todas las chicas de ahora se llaman Claudia, ya no hay Auroras, Consuelos ni Maripilis: solo Claudias. Como las ciruelas. Mateo le dirá a Claudia que pruebe a apagar el móvil, que él lleva todo el día sin él y que la vida es mucho mejor así, sin fisgar compulsivamente fotos en Instagram ni sentirse obligado a responder instantáneamente a doce chats de WhatsApp. Tras alguna duda le hará caso y vivirán una noche fantástica, centrados el uno en el otro sin interrupciones, comodines ni subterfugios. Y la experiencia les gustará tanto que el sábado siguiente se buscarán y se encontrarán a la misma hora en el mismo sitio, sin móvil, a pecho descubierto y buscando perderse el uno en el otro sin nadie que los controle, nadie que los geolocalice, con un aislamiento total, una libertad absoluta, una incomunicación casi ancestral y dispuestos a descubrir el mundo por primera vez, como si lo acabaran de pintar.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 1 de diciembre de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).