Ha muerto Marisa Paredes, una buena actriz de mirada triste y perdida. Ya hay quien anda pidiendo que su Madrid natal le dedique una calle, una plaza, algo. El otro día el PSOE de Madrid exigió poner el nombre de la jugadora de fútbol Jenni Hermoso a un pabellón de la calle Cea Bermúdez, propuesta que, evidentemente, fue desestimada por quien correspondiera. De cualquier modo, yo he propuesto que todos estos homenajes se agrupen, se concentren en el mismo sitio, por ejemplo, en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas Perro Excalibur Jenni Hermoso Marisa Paredes. Y si no cuaja, siempre podríamos organizarnos un poco y dejar Atocha Almudena Grandes para escritoras de izquierdas, Chamartín Clara Campoamor para las liberales –como corresponde a doña Clara– y, para las conservadoras, podríamos aprovechar Príncipe Pío. Y si no, una pradera. En cualquier caso, con este sencillo método vamos estabulando en muerte a quien quiso ser estabulado en vida. A la gente sana, intelectualmente formada y de corazón libre, mejor los mandamos a su tumba discretamente, junto a su familia, sin etiquetas y sin el calorcillo lanar del rebaño, que es como el calor de la habitación de un enfermo, lleno de aire ya respirado y radios sin pilas.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 20 de diciembre de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).