En el PP se tiende a pensar que el PSOE es una máquina perfectamente engrasada para ganar elecciones con sesudos consultores, sociólogos brillantes y ‘think tanks’ de alto nivel que analizan la sociedad como magos que acarician sus bolas de cristal, descubriendo en ellas tendencias ocultas, temas emergentes y movimientos telúricos que presagian grandes cambios sociales. Para ellos, el PSOE es Sauron, Sánchez es Saruman y Ferraz es esa fortaleza en Isengard que servía como base a su ejército de orcos y uruk-hai. Según el PP, solo la pulcritud de los diagnósticos socialistas igualaría el nivel de agudeza de sus estrategias. El virtuosismo de sus tácticas sería una muestra de la perspicacia de sus descomunales profecías demoscópicas. Lo de Sauron es cierto: en Ferraz 70 solo falta que coloquen arriba ese ojo sin párpados rodeado de fuego y que Argüelles se convierta en un campo yermo y arrasado de cenizas, como Gorgoroth. Todo lo demás es falso. El PSOE es una fábrica de mediocridad, quizá la mayor de Europa, una agrupación insólita de perfiles grises que no juntan entre todos una sola idea, una visión más o menos especial de la sociedad ni una interpretación del presente que no sea puramente convencional y que, en todo caso, se resume en: «Lo que diga Pedro».

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 3 febrero de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).