
El Ejército español está al servicio de la Constitución y del pueblo del que emana, representado en las Cortes Generales. El Ejército español no puede estar al servicio de algo que no sea eso y, menos aún, actuar bajo el mando permanente de algo que no sea el Estado español y, en último caso, del capitán general de todos los Ejércitos, que es el Jefe del Estado. Es decir, el Rey. Otra cosa es que, en el marco de las organizaciones internacionales de las que formamos parte, existan misiones en las que nuestras fuerzas armadas estén, por delegación, lideradas tácticamente por un aliado. Pero bajo ningún concepto España puede entregar hombres al servicio de un ejército diferente al español y que no responda directamente al Gobierno, a las Cortes y a la Constitución. Primero, por dignidad y por defensa de nuestra soberanía. Y segundo porque existe la posibilidad de que Europa acabe siendo dirigida por la ultraderecha y nos encontremos con la paradoja de haber montado un ejército para defendernos de Putin, pero que lo acaben dirigiendo sus satélites, que podrían enviar a nuestros soldados contra España o contra los principios recogidos en nuestra Constitución. Aunque ambos supuestos son, en realidad, el mismo.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 8 de marzo de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).