
En 2011, Kilmar Abrego tuvo que huir de El Salvadorcon dieciséis años para protegerse de las bandas que extorsionaban a su familia y los amenazaban de muerte. Un impuesto revolucionario como el de ETA, un éxodo como el vasco. Optó por Maryland, una de las trece colonias fundadoras de Estados Unidos y a donde su hermano mayor ya había huido tiempo antes. Aquello sucedió hace catorce años. Kilmar se estableció en Baltimore y comenzó a trabajar en la construcción, como tantos inmigrantes irregulares. Porque los estadounidenses, como los españoles, alternan su inutilidad para los trabajos de albañilería con el desprecio a las personas que les salvan el culo.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 19 de abril de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).