
Si algo tengo claro es que aquel Peugeot tenía que oler a pies como el camerino de una banda tributo a ‘Los Calis‘, llenando las carreteras de La Mancha de ese aroma que desprenden los señores que se echan desodorante sobre el sudor, perfume sobre el desodorante y, por encima del perfume, de nuevo el sudor. Ese olor fue impregnándose en el resto del PSOE, como las feromonas de las cabras, y después a sus periodistas, a sus sillones del CGPJ y a sus consejeros del IBEX. Podemos caer en la tentación de dejarlo todo en una escena chusca en vez de comprender que dentro del PSOE habitaba una organización criminal con personas amenazando a la UCO, a jueces y a fiscales; con ramificaciones adjudicando obras públicas y comisionando por ello; con una pata dedicada a enchufar a putas y a familiares del presidente; otra dedicada a los hidrocarburos, otra a los contratos de las mascarillas y ya veremos los fondos europeos; otra dedicada a amedrentar a la prensa y posiblemente otra –de confirmarse, sería la madre de todas– dedicada a la financiación ilegal del partido a través de vínculos con dictaduras sudamericanas y que podría llevar a la imputación del PSOE como persona jurídica. Eso engancha con Delcy y aquella visita a Aldama, Ábalos y Koldo que, probablemente, no fuera para hablar de Borges. Y la mayor corrupción de todas, que es que dos delincuentes –Cerdán y Puigdemont– negociaran personalmente una ley de amnistía para comprar una legislatura. Esa ley está, desde el jueves pasado, deslegitimada del todo. Y reconozco que nunca pensé que Pumpido fuera a terminar su carrera siendo tan solo la chacha de Santos.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 16 de junio de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).