
Tenían que verlos en aquel foro, entre risotadas, florecillas y piolets, Yolanda y Ernest, Ernest y Yolanda, la cara y la cruz –o si se prefiere, las dos cruces– de la misma tragedia. Yolanda se mofaba del pueblo español, con ese aire que tiene siempre como de acabar de salir del spa y del convento, y se congratulaba de haber aprobado un real decreto que no ha de pasar por las Cortes. «Le tenemos miedo a la soberanía popular», añadió Urtasun, jocoso como un dictadorzuelo en la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca. Si Yolanda es un ejemplar de catequista sin fe, Urtasun es un híbrido de pijo navarro y de pijo catalán, es decir, la quintaesencia del esnob, un poco de Sant Gervasi, un poco de Club de Campo ‘Señorío de Zuasti’, de esos tipos que parecen más listos de lo que son. Como Borrell.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 4 de agosto de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).