Cuando alertamos del peligro potencial que corría la permanencia del Cristo de la Luz en la capilla del Palacio de Santa Cruz estábamos en lo cierto. Dejar cualquier responsabilidad en manos de Ernest Urtasun es como dejar el botón nuclear en manos de un chimpancé perroflauta. O en las de Trump, que viene a ser parecido, pero cambiando la flauta por una corbata larga y roja como el puente de agosto. Gracias a Dios, el S.O.S. surtió efecto y si hubo alguna tentación por parte del Ministerio, esta fue disipada y la joya de Gregorio Fernández volvió a su casa, al lugar que le corresponde y en la que, además de admiración, se le rinde culto. Este es el camino, conviene que quienes toman las decisiones sepan que estamos mirando, que no descansamos y que una cosa es detentar la propiedad legal de un bien y otra ser libres para hacer lo que quieran con el mismo. Y, sobre todo, que una cosa es poder hacer algo y otra tener las agallas para soportar las consecuencias de la indignación social.

Esa es la labor de la prensa: mirar, fiscalizar y denunciar. Pero, sobre todo, que el poderoso note siempre una presencia incómoda, alguien que le observa, como en aquella canción de Alan Parson’s Project, ‘Eye In The Sky’, que decía, más o menos, «soy ese ojo que hay en el cielo, que te mira y que puede leer tu mente». El día que la prensa desaparezca —a este ritmo de dejadez por parte de una sociedad, que pasa pantallas tiktoks como si fueran benzodiacepinas, no creo que tarde demasiado—, el poder no tendrá contrapesos y hará por fin lo que le dé la gana mientras los ciudadanos, esos que dicen que la prensa somos unos vendidos y unos seres despreciables, se llevan las manos a la cabeza preguntándose cómo ha sido posible. Pues habrá sido posible porque la democracia no es lo normal. Lo normal es el totalitarismo, la ley de la selva, los autoritarismos, las pulsiones dictatoriales, el abuso de poder, la aniquilación del adversario, el uso espurio de las instituciones, el latrocinio, la corrupción, el sometimiento de unos a otros, etc. Esa es la dinámica de nuestra especie. ¿Que no debería ser así? No, no debería ser así. Pero es así. Y por eso al ser humano conviene ponerle límites. Especialmente al humano-político. Solo así la democracia será posible y sostenible, a pesar del pueblo, que, por lo visto, pide un caudillo a gritos. También entonces la prensa deberá decirle al pueblo que se equivoca. Pero ese es otro tema. Lo importante es que, si entonces miramos al Cristo de la Luz, hoy toca poner los ojos en las Descalzas Reales.

(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 22 de agosto de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).