
Si algo hay que agradecer a Zorrilla es que inaugurara la ‘literatura del yo’, la contemporaneidad más pura. Y ese es su gran legado. En realidad, los grandes escritores, los verdaderamente grandes no hablan del mundo sino de sí mismos. Y al hablar de sí mismos, lo explican todo. Por supuesto, todos los escritores quieren hablar de sí mismos, pero sólo unos pocos elegidos tienen el estilo apropiado para convertir eso en literatura. Porque el ‘yo’ no se escribe solo, hay que vestirlo de música y de infancia, de mujer y de noche. El ‘yo’ sin estilo es diarrea, pero el ‘yo’ con estilo es Proust, es Cernuda y es Umbral. Y desde San Agustín hasta Cela, lo único que hacemos los escritores es buscar una primera persona que suene a verdad, aunque sea mentira. Z0rrilla nos enseñó que la literatura es esa gran mentira que uno se ha de creer primero para que los demás se la crean después. Y Zorrilla escribe sobre él porque es lo único que tiene a mano y porque el mundo no le interesa si no pasa por su filtro. Eso es la literatura del yo: convertir una calle de provincias, una culpa adolescente o una madre muerta en una página que palpite aún más que la realidad.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 14 de septiembre de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).