
Se ha instalado entre los jóvenes la falsa creencia de que el resto de generaciones lo hemos tenido fácil; que hemos accedido sin problemas al mercado laboral, cobrado unos sueldazos y, como consecuencia, adquirido viviendas como churros. Y por eso hemos podido tener hijos, casita en Denia y un par de coches. Y, después, todavía nos daba para ahorrar, salir a cenar dos días por semana y apuntarnos al club de tenis. En fin, todo el que tenga más de cuarenta años o de cuarenta neuronas sabe que eso es falso. Pero es el relato interesado que les han contado para convertirlos en rehenes de los mesías y vendedores de crecepelo. Si no hay víctimas no hacen falta salvadores. Y ha calado. Primero se lo contaron unos y ahora se lo cuentan otros, pero la historia es la misma: liberarlos de responsabilidad individual y hacerlos creer que están sujetos a las circunstanciasmientras ellos les siguen repitiendo la patraña esa de que son «la generación mejor preparada de la historia». No lo son.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 28 de septiembre de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).