
Morante no se retira: se inmortaliza. Los que nos retiramos somos los que cosimos el corazón a su capote y unimos nuestro destino a su muleta en tardes de bronca e incomprensión, de soledad y de estatua, de vida y de muerte. Y de vino y de tabaco, y los éxitos formidables y los fracasos descomunales. Llegó de La Puebla con el olor dulce de la marisma, ese olor denso a flores calientes y agua estancada, a jazmín de sombra, a río quieto. Y se va con el olor a lana del otoño de Madrid, con el perfil polvoriento de estatua barroca y el cansancio que les entra a los ángeles cuando ya no tienen a quién proteger.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 13 de octubre de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).