Mertxe Aizpurua entró al hemiciclo como cada mañana, puede que con el pelo algo más rojo y la camiseta algo más negra. En el pecho mostraba a Atenea con un casco con penacho y, colgando de las orejas, sendos pendientes que recordaban a los barrotes forzados de una celda de castigo. Sin más dilación, preguntó a Sánchez acerca de sus planes para prohibir el enaltecimiento del fascismo. Y esto tiene su importancia porque Mertxe Aizpurua fue condenada por enaltecimiento del fascismo. En puridad, fue condenada por enaltecimiento del terrorismo, en concreto por un discurso homenaje a miembros de ETA. Y yo ya sé que el fascismo y el terrorismo no son exactamente lo mismo, aunque a veces se parezcan. Y también sé que Bildu tampoco es exactamente ETA, aunque haya que hacer contorsionismos para olvidarnos que Batasuna sí que lo es y que Sortu es su heredera. Pero, en todo caso, resulta que Egin sí que era ETA. Y que Mertxe sí que es una fascista. O sea que Mertxe, nuestra Atenea de Usúrbil, pedía indirectamente la ilegalización de sí misma. Y de paso de los actos de enaltecimiento del franquismo, las manifestaciones y los ‘Cara al sol’ del 20-N. O sea, de los ‘ongi etorri’ fachas. Valga el pleonasmo.

(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 22 de octubre de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).