
Hace un año, la Mesa del Congreso, controlada por el Gobierno, se negaba a postponer el pleno, a pesar de que, en ese momento, ya llegaba a la Carrera de San Jerónimo el martilleo desquiciante de una cifra de muertos que no paraba de crecer. Y acertaron. Más allá del juego de gestos sobreactuados en el que se está convirtiendo la política, en una democracia liberal la actividad parlamentaria no debe interrumpirse jamás. Ni siquiera en una guerra. Es la única manera que los ciudadanos tenemos para protegernos de la discrecionalidad del Gobierno, de su natural tendencia al abuso y de sus tics autoritarios. Durante la pandemia quedó claro que cuando el Congreso cierra, abre ‘La Chalana’. Y entonces aparecen como setas los Koldos, los Cerdanes y los Ábalos haciendo su agosto en enero. En este sentido cabe recordar que el Tribunal Constitucional declaró que aquel ‘cierre’ del Congreso decretado en pandemia por PSOE y Podemos fue ilegal, porque suspendía el derecho de participación política de los diputados, que es sagrado. Y en su derecho descansa el nuestro.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 29 de octubre de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).