
Creo que es el momento de que Castilla y León asuma de una vez ese discurso como fundacional. Están muy bien reventar Pisa y que la sanidad sea buena. Pero Castilla y León no es un mero dispensador de competencias. No es una abstracción administrativa como la comunidad de regantes del Órbigo: Castilla y León es el corazón de España. Y España es el sueño de Castilla, un sueño en el que se desangra por completo. Y es Castilla –no tanto España, como dice el presidente– el corazón de América, donde se da entera a cambio de nada. La bandera que ondeaba en las naos era la cuarteada de Castilla y León. Y es su escudo el que vemos aún hoy en toda América, desde Canadá hasta el Polo Sur. Lo que legamos, primero a España y luego a América fue nuestro idioma, nuestra cultura, nuestras leyes y nuestra manera de entender el mundo, que cambió para siempre el destino de la humanidad. Fingir que Castilla y León no tiene nada que decir ante la deriva actual de España es no haber entendido el concepto de responsabilidad histórica, no saber ni quién eres, cuál es tu obligación de continuidad y asistir como espectadores a la destrucción de tu obra, que como antes decíamos, no es solo España y la Hispanidad sino, sobre todo, las leyes, el parlamentarismo y la defensa de la dignidad del ser humano.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 19 de diciembre de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).