Como Robert Duvall en Apocalypse Now: “Me encanta el olor de la socialdemocraciapor la mañana. Huele a victoria”. ¡Ah, qué bello despertar el del progreso luchando contra el mal, contra el capital, contra los malvados mercados, contra el capitalismo salvaje, contra el heteropatriarcado cristofascista de las cavernas de la España vacía! ¡Oh, qué lección de democracia la de la España que sonríe, la del manifiesto de los intelectuales –solo faltaba Sergio Ramos-, la del victormanual de autoayuda y el mindfulness creativo!
Nada más bello que la subida del IBEX de ayer, rampante y victoriosa como el cavallino de Ferrari, imperial como el águila de Patmos de la paz social. ¡Qué maravilla es el aborto cuando viene en tonos rosa palo, qué especiado el olor a vainilla de la eutanasia pasiva, cuán generoso el optimismo lírico del regazo de esos vientres de alquiler que no venden hijos, sino que ceden vida! ¡Qué valiente la oposición de las golondrinas de la democracia contra los fondos buitre de un pasado en blanco y negro!
Será un placer sentir ese foulard acariciando conciencias en el festival de artes local, el diálogo y las puertas abiertas del talante del progreso, los fuegos artificiales de las primeras medidas, el cálido rumor del pesebre, la banda sonora del BOE, el corazón de un país latiendo al ritmo de las primeras ministras, las AMPAS haciendo la conga, el suspiro esperanzado del interino, el gastazo preventivo, el primero de mayo en el bar del sindicato, el recorte poético del IVA cultural…
¡Ah, qué suave el tacto de la izquierda moderada! ¡Qué tierno el sueño pactista del nuevo Pedro reformista! ¡Qué integrador el néctar del centro izquierda, qué paritario el mundo cuando está recién pintado! ¡Qué solidarios los ritmos tribales! ¡Qué dulces los mojitos de nuestras vigilias veganas! ¡Qué solidarias la batucada de la custodia materna en la nueva calle Juana Rivas!
Qué placer es pasear por estas calles ventiladas, qué suave y aterciopelado es el aire que roza levemente nuestra piel en las noches de esta primavera socialdemócrata, qué leves nuestras tesis doctorales, qué sociales las subidas de impuestos, qué igualitaria la justicia fiscal, qué participativo el Falcon ecologista-ista-ista, de esta España socialista, la tele pública, el multiculturalismo, la voz susurrante de la mujer del anuncio… Se acerca la belleza real, el brunch del domingo, lo de táctica y estrategia de Benedetti, podremos creer en algo tipo energía o decidir no ser madre. Releeremos a Isabel Allende, abrazaremos el laicismo, los espárragos trigueros, la equis de fines sociales, el comercio tradicional, el papel reciclado y la banca ética.
Que nunca deje de girar este carrusel de bondad y esperanza, que el federalismo asimétrico infle los globos ingrávidos de esta España que huele a nuevo, que se saluda con alegría e igualdad, que cambia por tecnicolor el gris-Pontevedra del aburrimiento más tecnócrata, que convierte el agua en vino, la muerte en vida, la oscuridad en luz y que nos regalará este triunfal quinquenio fraternal, repleto de rosas bellas y ardiente de tiernos capullos.
(Esta columna se publicó originalmente el 30 de abril de 2019 en El Norte de Castilla)