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Seminci, como todos, nace con pecado original, lo cual está conceptualmente clavado si te llamas ‘Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos de Valladolid’, germen del actual festival. Cuando un festival se llama así, es previsible que en la selección prime la exaltación de unos valores frente a lo estrictamente cinematográfico. E igual de previsible es que, cuando eso sucede, lo primero en caer sea la calidad de las películas. El problema es que, al resto, el pecado original nos lo quitaron el día de nuestro bautizo y, en el caso del festival, ese bautismo fue la llegada de la democracia, es decir un bautismo laico, que es lo mismo que decir que un bautismo inexistente. No hay relativismo en la pila.

Para la democracia de pana y trujas, no estaba muy bien visto un festival de cine que te programa ‘Marcelino Pan y Vino’ por lo que el festival muta -de hecho y de modo oficioso- a ‘Semana Internacional de Cine Progresista y de Valores Humanos de Valladolid’. Sin bautismo, el pecado original no se destruye, solo muta de forma, por lo que se siguen con los viejos vicios, es decir, exaltando unos valores frente a lo estrictamente cinematográfico. Lo único que cambiamos es la biblia por ‘Cahiers du Cinema’ y a Jesucristo por Ken Loach, al que, como dice un amigo “no sé cuantas espigas de oro le habrán dado, pero hubo años en los que se la daban por defecto; incluso años en los que no presentaba nada, se la daban como reconocimiento a su carrera”.

El caso es que tengo la sensación de que no evolucionamos, de que quizá sigamos ensimismados y el único nicho que encontramos es el de nuestro ombligo independiente y de autor. De autor progre, se entiende. Si no podemos optar al estreno mundial de Scorsese, hay que buscar alternativas interesantes para conservar el prestigio, y no la misma historia cada año de esa niña que en Mali sueña con ser poeta mientras el DAESH lo destruye todo o, este año, las súper sorpresas de una película inaugural ambientada en el franquismo y la novedosa historia de un bailarín maltratado por su homosexualidad. Pero claro, es posible que esté equivocado. Al fin y al cabo, ¡qué sabré yo de cine georgiano!

(Esta columna fue publicada originalmente el 23 de octubre de 2019 en el suplemento especial de SEMINCI de El Norte de Castilla, dentro de la serie “El Outsider”. Disponible aquí).

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