Tiene poco pelo, muchos años y cara de golfo en retirada, de golfo en la reserva. A un tigre nunca se le borran las rayas, pero las suyas ya se han convertido en arrugas. Bien leídas son el relato de una vida. Sus patas de gallo son los surcos que dejó la alegría, carne hundida por tanta risa y tanto sol. Viste un pantalón gris, un forro polar verde y calzado de senderista manchado por el barro que las lluvias de estos días han dejado en Barcelona. Tiene cara de llamarse Eugenio y en la cabeza lleva una gorra de mayoral de Las Ventas, una gorra como de haberlo intentado en Buenos Aires en los sesenta y haberse vuelto en los ochenta después de haber visto demasiados tongos y demasiados tangos.

(Este es el primer párrafo de un texto que se publicó originalmente en ABC el 5 de mayo de 2024. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).