El guion previsto para la sesión de control se ha cumplido, con algún matiz. No había duda de que el PP hablaría casi en exclusiva de corrupción, repitiendo una y otra vez los nombres del escudo cuarteado del sanchismo: el hermano, Begoña, Ábalos y Cerdán. Y después la lista de reyes godos del pudor: las putas, las sobrinas, el Peugeot. Y es lógico, si el altosanchismo fue una primavera con Maxim y un astronauta, el bajosanchismo es un sobre del PSOE manchado de grasa de chistorra. Entre medias, siete años y medio en los que Sánchez ha pasado de parecer un jugador de waterpolo a Nosferatu; y España de una democracia plena a un simulacro en el que la última palabra la tiene Cándido, capitán general de todos los ejércitos sanchistas. Está Cándido indignado porque al TC se le llama «cáncer de la democracia». Bueno, yo no sé si la democracia tiene cáncer o candidiasis, pero la cosa pinta fea, entre chorizos y chistorras. Y es lógico que el PP insista por ese pitón. Lo que no tiene demasiado sentido es que fíe toda la estrategia a ese toro, que en España está ya muy toreado y que, por sí mismo, no produce giros electorales sino tan solo un clima de frustración que alimenta a los partidos antisistema. Esta baza de la corrupción debería ir acompañando a un proyecto reformista, de marcado carácter institucional y de compromiso histórico con España. Pero, en el caso de existir, tal proyecto no fue mencionado.

(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 9 de octubre de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).