
Acaba la opa y empieza el síndrome de Estocolmo. Tanto tiempo deseando que terminara el plazo y hoy, que por fin amanece 11 de octubre, me noto diferente, como si me faltara algo. Fútil, insignificante, con ese vacío que dejan los grupos empresariales cuando pasan de luchar por tu reconocimiento espontáneo a despreciar tu ‘top of mind’. Reconozco que ya me empezaba a encariñar con esta polarización bancaria. Desde luego, no hay nada que a un español le guste más que una buena gresca; Madrid-Barça, Joselito-Belmonte, Motos-Broncano. Y mira que a mí me da igual, que cuando pienso en Sabadell solo me viene a la cabeza la Nova Creu Alta. Pero ha llegado el día y, como la inspiración, me ha pillado trabajando. Creo que nos deberían haber dejado una jornada de reflexión al menos, me ha sabido a poco ver quince mil spots, cuñas, inserciones en prensa, vallas, cartas, comunicados, entrevistas, merchandising… Yo creo que solo me ha faltado ver a mi hija llegar a casa con una unidad didáctica. Y un musical en Gran Vía.
(Este párrafo forma parte de un texto que se publicó originalmente en ABC el 11 de octubre de 2025. Al ser contenido premium, solo puede ser leído íntegramente aquí. Si no se han suscrito, les animo a que lo hagan. La suscripción es muy barata a cambio de muchísimo y necesitamos más que nunca prensa libre).