No creo en el trabajo en equipo, no creo en el dogma del grupo y odio los colectivos. Si el trabajo en equipo es bueno en ocasiones es porque cada individuo sale ganando con dicho equipo. Yo cazo y tú vigilas. Yo vendo y tú produces. No existe un solo motivo por el que el grupo sea -per se- más importante que los individuos que lo forman considerados de modo aislado, más allá de lo que nos contaran en las convivencias cuando éramos adolescentes, en las juventudes socialistas cuando éramos gilipollas y en el vestuario del equipo de fútbol cuando éramos los malos, que era casi siempre.
“No quieras brillar, lo importante es el grupo, tienes mucho ego”, dicen los que quieren engañarte. Y una mierda. No me comas el tarro con tus trampas para necios, que ya tenemos una edad. Soy mejor que tú y lo sabes. No caeré en tu trampita del ego. Se en qué soy bueno y en qué soy malo. Y tu discursito viene a querer decir que me debo dejar engañar por el bien del grupo, de la sociedad y de la civilización. El grupo me importa una mierda a no ser todos los que lo integramos podamos sacar un beneficio racional de él. Todos es todos, porque del mismo modo que no quiero que me engañen a mi, tampoco engañar a ninguna otra persona y no soportaría estar en un grupo en el que alguno es engañado y no obtiene beneficio del mismo. Somos hombres de honor y eso no es matar en una omertá siciliana. El honor es dormir tranquilo.
La obediencia y el servilismo son algo que –a partir de cierta edad- solo puedes suponer en mediocres, en fracasados y en muertos de hambre, si es que acaso no todos no son la misma cosa. Si eres uno de ellos, busca un líder, obedécelo y te llevará, bisonte mediante, a buen puerto. Si eres capaz de cazar bisontes, asóciate con quien guarde la cueva o cualquier otro tipo de trato bueno para los dos. Pero como vuelva a la cueva y me encuentre de nuevo contigo, inútil, escupiendo a mi dignidad por exigir respeto e insultando a mi orgullo por exigir mi parte del animal, vamos a vernos en el fango infecto en el que habitas o en la oscuridad milenaria en la que habita tu alma, y así veremos quien tiene más ego, el que comparte su bisonte o el que llama justicia y compañerismo a robar bisontes ajenos. Darwin no apostaría por ti. Y yo tampoco.
Me da igual como lo quieras llamar: desde el momento en el que me obligas a formar parte de un grupo para que dicho grupo se aproveche de mi, me estás llamando esclavo. Desde el momento en el que no me dejas disfrutar del bisonte que he cazado, me estás llamando imbécil y la próxima va a cazar tu padre. Luego te meterás con mi ego en esas tabernas que los fracasados siempre elegís para meteros con los que brillan, pero al menos lo harás sin bisonte que comer y con mucho hambre, el suficiente para que en el momento en el que se te ocurra volver a pedirme que cace para ti, lo hagas con más respeto y pensando muy bien qué me vas a dar a cambio sino quieres morirte de inanición. O eso o aprende a salir a cazar de una puta vez.
Muy bueno. Hay mucho aprovechado inútil que se mezcla entre los valiosos cazadores para no quedar como la mierda que son.