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Eres incómodo porque eres libre. Eres incómodo porque encajas cada golpe. Eres incómodo porque eres honesto, porque no estás en venta, porque no eludes el conflicto, porque quieres ganar y porque sabes perder. Eres incómodo porque no eres como ellos y como norma general, estás siempre de paso. Tu único compromiso es contigo mismo y con tu destino; con los tuyos y con el Dios en el que no crees. A Dios le importa una mierda que tú no creas en él, por cierto. No es que Dios te ame igual, es que Dios ES el AMOR himself. Al final de todo, cuando todas nuestras vibraciones se unan en única vibración de amor, comprenderás porqué eres Dios y porqué eres con Dios.

Eres un hijo de puta, supongo. Porque no te sientes parte de la empresa en la que trabajas, del país en el que vives, de ninguna religión, partido ni ideología. Porque has olvidado todo, porque no sabes nada y porque solo miras adelante. Porque tienes cojones para llorar solo, para dudar en público y para sobrevivir. Deberías abrazar la pulsión de muerte, sobrevivir no es sino una actitud de arrogantes en estos tiempos del miedo. Les gustaría que abandonaras, muerto el perro se acabó la rabia. Y huido el dedo que apunta al mediocre, habrase acabado la mediocridad para siempre. Eres un puto grano en el culo.

Eres un kamikaze, un terrorista, un suicida. ¿A quién se le ocurre decir NO? Eres un prepotente, un bastardo cabrón, gente como tú son las que lo arruinan todo. ¿Qué es eso de desenmascarar a los necios y a los ladrones? No vales para esto, niñato, resentido, no eres más que un chavalín con ínfulas, un petulante traidor. ¿A quien se le ocurre tener valores? ¿Qué es eso de tener principios, si solo interesan los finales? ¿Digniqué?

Aprende y calla. No me sigas, simplemente camina a mi lado. Te prometo una vida entera de incomodidad, de incomprensión, de silencios y de locura. Te aseguro tardes infinitas, noches interminables, contradicciones, paradojas, ingenuidades y muchísimo miedo. Besa la herida, tiembla ante el arma, aquí vas a ver el dolor, la soledad y la mayor afrenta a la que una persona puede atreverse: a perder el anonimato y llamarse por su nombre. A ser, a pesar de todo, tú misma.

Mira si mi egoísmo es generoso.

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