Por fin llegó el invierno serio, el crudo, el civilizado. Mi ciudad es hoy heredera de los valores universales de la vieja Europa, de los Tercios, de la niebla, de los palacios. Ha sido duro, han sido meses interminables de calor centroamericano, como de república corrupta. Podría haber sido peor y haber llegado algo que nos sacara de esta rutina cruel y cómplice. O peor incluso, nos podríamos haber enamorado. Gracias a Dios, a Marco Aurelio y a Platón, hemos podido soportarlo sin dopping, otra vez citando de frente, otra vez sin ponernos de rodillas, otra vez sin benzodiazepinas y aquí estamos hoy de nuevo, entregados a la escala de grises, al abrigo largo, a los colores correctos, al calor de dentro, hartos ya de arder por fuera.
Hoy empieza todo. Hoy nos entregamos a las obligaciones, al esquema mental, hoy desterramos los márgenes a los márgenes. Hoy vemos la tarde caer al mediodía, hoy Castilla da un golpe en la mesa, hoy los niños son más felices, las castañas más asadas, son más malas las mujeres malas, más idiotas sus amantes y más libres sus mujeres. Hoy damos un golpe de estado contra la piscina, como CDR inversos, como si alguien nos quisiera de verdad.
Hoy ascendemos al trono, hoy no hay espacio para la vulgaridad. Ni aunque quisieran podrían encontrar un mojito, una cerveza con gaseosa, una canción del verano. Hoy tiene clase hasta el veraneante, hoy los pantalones cortos están escondidos, avergonzados. Hoy las bermudas se ocultan tras la dignidad de mi tierra. Hoy nadie puede bajarnos la barbilla, hoy la cabeza está alta, la mirada baja, las manos en los bolsillos, el corazón tranquilo, la casa en orden.
Hoy nos abrazan nuestros antepasados, nos miran los niños que fuimos, hoy miramos de reojo a los abuelos que seremos, a los pasos gastados, al orgullo de haber vivido de la manera correcta, a la procesión por dentro, al triunfo de la victoria moral, a esta adicción a ver el ridículo desde la barrera.
Hoy no hay nada que celebrar y por eso lo celebramos todo. Hay días que todos somos dandies, triunfadores genéticos, soberbios baches de ADN. Hoy la luz advierte que la vida va en serio y que se acabaron los espejismos, que las cartas están en la mesa y que tenemos cinco, como todos. Esto tiene buena pinta y no podemos mas que dar la cara hasta que nos la partan. Yo ya te dije que íbamos a ganar.
¿No crees en los miércoles por la tarde?
Jamás