Se está poniendo difícil esto de escribir. Hemos llegado a un punto en el que criticar a Sánchez parece lo mismo que criticar al PSOE y criticar al PSOE lo mismo que criticar al gobierno y criticar al gobierno lo mismo que criticar al Estado y, por lo tanto, osar disentir del dúo dinámico Iglesias-Sánchez es ser un peligroso ultraderechista enemigo de la democracia, de la libertad, de lo público, de España y de su himno ‘Resistiré’. Porque para Iglesias, hay una identificación entre gobierno, estado, nación, pueblo, soberanía, territorio…y partido. Y si no está por medio el partido -el suyo- ya ni hay gente, ni pueblo, ni nación ni leches. Solo fachas, gentuza, excrecencias y cal viva.
Iglesias tiene un cacao considerable, que para ser doctor en no sé qué, chirría. Y si, como me temo, no tiene ningún cacao, quizá solo intente manipular a quien se deje, con ese trilerismo populista y su política de garrafón, hoz y martillo. La extrema izquierda no puede dar lecciones de democracia y de libertad, como tampoco puede la extrema derecha. Ambos son el mismo peligro, solo que unos están en el gobierno y otros no, aunque se empeñen en darse votos mutuamente.
Pedro Sánchez, con su spin-doctorado, no sabemos si opina lo mismo, lo contrario, todo, nada o simplemente pasaba por allí. Pablo Iglesias cree que los medios privados no deberían existir porque responden a intereses particulares y, por lo tanto, contrapuestos al bien común. Y dice esto como si los intereses de su negocio familiar fueran los del pueblo. ¿Hasta dónde llega la cara dura? Tratan de trasladar que la única verdad es la verdad oficial, la suya y, el resto, estorbos, piedras en el camino, disidentes peligrosos. Vale, es Pablo Iglesias. Pero, ¿el PSOE? ¿Opina lo mismo el PSOE? ¿Existe alguien aún en el PSOE más allá de este Pedro Sánchez que calla, luego otorga y de Grande Marlaska que matiza, luego calla?
La labor de los medios no es ser cadena de transmisión de la propaganda del poder sino lo contrario: cuestionar, fiscalizar, poner en duda todo lo que el poder quiere decirnos y dar nuestra opinión. Solo faltaba tener que pedir permiso para contar la verdad.
La historia nos enseña que el ser humano tiende a acaparar poder y luego tiende a abusar del mismo. Eso sí: siempre por nuestro bien, claro. Tezanos utiliza el CIS para abrir el marco de que la única verdad es la que viene de fuentes oficiales y que el resto de información es espuria; los que disentimos son traidores, enemigos del interés común. Del suyo, vamos. ¡Y la gente, en Mundo Tezanos, feliz con la mordaza, por supuesto!
Hay una diferencia entre fake news y crítica. El límite está recogido en los tipos de injurias y de calumnias y por eso, supongo, no hay denuncias masivas de fake news después de cada rueda de prensa de Sánchez. Hay una maquinaria de fake news en ambas direcciones que debe ser destruida y estamos de acuerdo. Pero hay otra cosa que se llama crítica, disensión y control. No entender la diferencia es claro síntoma de que hace más falta que nunca. No tardando veremos a socialistas arrepentidos renunciando a Sánchez y al error que supuso el pacto. Es decir, acercándose a las posturas que hoy critican. Y a Iglesias saliendo del Gobierno para no tener que asumir los ajustes que Europa va a exigir a cambio de ayudas. Es decir, criticando a Sánchez de modo despiadado. La distancia entre mentira y verdad, me temo, es apenas una hoja en el calendario.
(Esta columna se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 21 de abril de 2020. Disponible haciendo click aquí)