
El presidente se reúne con los ministros de Exteriores y Defensa por videoconferencia y nos enteramos por Twitter, que es como casarse por poderes y en lugar de plantar un beso a tu mujer, mandar un telegrama a la suegra. El presidente se reúne, sí, pero solo de cintura para arriba. De cintura para abajo él (¿Él?) sigue de vacaciones, relajándose como uno de esos Errejones del montón, de los que necesitan tiempo para sí mismos. Cuando eres presidente del gobierno no tienes tiempo para ti mismo. Y mucho menos te hace falta desconectar, claro, como una influencer estresada, o sea. Pero eso solo cuando eres presidente. Y es que de la mesa hacia abajo y de Carmen Calvo hacia atrás, él es solo Pedro, Pedro de carne y hueso, Pedro que come ‘comtessa’. En cambio, de la mesa hasta el cielo y desde aquella moción hasta hoy surge Sánchez, Sánchez I de Tetuán, Sánchez de moreno y oro, con esa sonrisa como de ’boy scout’ que acabara de pillar el chiste que le contaron antes de anoche.
Como decía Rick en Casablanca: «El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos». Ya puede caer Occidente, ya puede venirse abajo una misión internacional, ya podemos tener al Ejército y sus traductores en una situación delicada que Pedro Alpargata sigue en La Mareta, descansando, tomando el sol y practicando el ‘mindfulness’ de sus días y de mis noches. Merkel reúne a los grupos parlamentarios de urgencia y comparece ante los medios de comunicación. Macron hace una declaración institucional tras coordinarse con Johnson, que convocó ayer al Parlamento y anuncia una cumbre inminente del G7. Italia comparece en rueda de prensa para informar, y todos ellos cancelan sus vacaciones, pero Sánchez -Don Pedro de Lanzarote y todas las Marismas-, a sus cosas, a descansar, sin agobios, sin perder jamás el guion ni el hilo de las buenas noticias. Kabul no deja de ser un asunto difícil y heredado, y él está a otras cosas, a cosas bonitas y suaves, que tienen poco de talibanes y mucho de calas cálidas. El suyo es un mundo recién pintado, el mundo rosa chicle que masca la España rumiante. Del otro mundo, el de color marrón chilaba, el del filtro ocre talibán, que se encargue Borrell, que para eso está. O el Emérito, que sabe de árabes. O la OTAN o el Jemad o Florentino. Pero, por Dios, no molesten con estas minucias. Que al final le toca llamar a Biden. Y le va a dar la risa.
(Esta columna se publicó originalmente en ABC el 19 de agosto de 2021. Disponible haciendo clic aquí).