Tradicionalmente la escultura se ha basado en la construcción de un volumen que ocupa un espacio. Oteiza invirtió ese principio y consideró la escultura como la creación de un vacío. Es decir, Oteiza no construía el volumen sino el negativo del volumen. Lo sólido, así, solo es el marco que atrapa la verdadera obra, que es el espacio como algo trascendente, como realidad metafísica. Feijóo no es Oteiza, pero sus ideas son aire y van al aire y, por eso, no ocupan un espacio político. Al limitarse a nombrar al resto, pone un marco a la realidad y se define por lo que queda dentro, por el vacío que atrapa, como diciendo que el PP es lo que no es otra cosa. Su desocupación del espacio le hace apropiárselo como algo indefinido, soso y circular como una pescadilla de ración.

Está bien no caer en los delirios socialistas ni en los de la derecha populista, pero el tiempo de decir ‘no a todo’ ha terminado. No se puede decir no a Vox, no al PSOE y pretender ir así a unas elecciones, porque el elector interpretará el voto al PP como un voto inútil, un voto de bloqueo. Necesitamos saber cuál va a ser su relación con Vox, no sirve con decirse a sí mismo moderado. Moderación era Casado, que no pactó con Vox. El PP de Feijóo pacta con Vox en Castilla y León, lo hará en Andalucía si puede y, por supuesto, en Madrid. Y lo hará porque no tiene otra. Y como no tiene otra ya va siendo hora de dejar de hacer trampas a sus votantes y de jugar a mundos que no existen. Esto es lo que hay: Feijóo y Abascal se presentan a las elecciones como socios de una eventual coalición y es algo legítimo. Pero no es moderado.

El reto es, por lo tanto, explicar claramente cuál es el ámbito general del acuerdo para convertirlo en moderado. Enrocarse en un ‘apartheid’ a tu único socio es un error y más cuando son tantos y se tienen tantos puntos en común. Lo que no sería ningún error es crear un ‘apartheid’ a ciertas ideas y dejar claro que pacto sí, pero dentro de los límites de la Constitución y los tratados de la Unión Europea. Si no hay acuerdo, será solo porque Vox ha pretendido salirse de la Constitución al querer limitar, por ejemplo, el derecho a la libertad religiosa con su actitud islamófoba, el derecho a la libertad política ilegalizando partidos comunistas o independentistas o la igualdad ante la ley otorgando más derechos a los españoles de origen que a los nacionalizados.

Si se respeta la Constitución y hay sintonía en lo fiscal, el resto es anecdótico. Y esa sería la verdadera moderación: ser capaz de llevar a los populistas a la sensatez. Si con estos planteamientos no hay acuerdo será porque Vox lo habrá impedido. Y, entonces, se percibirá que el voto inútil y el del bloqueo es el suyo. Pero hay que hablar claro ya. Tiene un año o el XXI Congreso servirá para que los que hoy le aplauden se partan las manos a aplaudir a Ayuso. Y Feijóo, entonces, abandonara el vacío que le aloja para llenar un sólido. En concreto, la foto junto a Casado y Hernández Mancha.

(Esta columna se publicó originalmente en ABC el 9 de abril de 2022. Disponible haciendo clic aquí).