Si Jason Derulo toca en la Plaza Mayor de Valladolid me parece bien. Si Jason Derulo no toca en la Plaza Mayor de Valladolid también me parece bien. No encuentro ni una sola razón para que me importe lo más mínimo Jason Derulo. De hecho, no sé quién es. Lo que sí sé es que los vecinos de Valladolid vamos a gastarnos uno de cada cuatro euros del presupuesto de Ferias para que este señor se lleve a Miami exactamente 333.960 euros, con el IVA de ‘Chiqui’ Montero ya incluido. Algunos dirán que es una vergüenza y tienen razón. Lo es. Otros dirán que es una operación fantástica y también la tienen. Porque también lo es. Lo único que pido es coherencia y un criterio claro alejado del sectarismo y de la idiocia fanática, tan instaladas en la ciudad a derecha e izquierda. Pido un criterio basado en lo racional, en lo objetivo. Algo de inteligencia, vaya. Quizá pida demasiado.

No tengo la menor duda de que si fuera el PP el que negociara ese importe y lo justificara diciendo que es bueno para la ciudad porque trae dinero, notoriedad e imagen, tendríamos a los de siempre llamándolos fachas, ladrones, indecentes, pijos y haciendo demagogia de la buena, ya saben, que mientras haya un niño pasando hambre es inmoral pagar ese pastizal a un señor por hora y pico de trabajo, que mientras se queman los bosques no se puede festejar nada y que mientras en la ciudad haya una sola persona en la calle no deberíamos tirarnos en plancha de este modo a los brazos del capitalismo más radical y que si Franco. Tampoco tengo la menor duda de que los que hoy critican la decisión la estarían celebrando si se le ocurre a la derecha, porque, al fin y al cabo, si deja más de lo que se lleva, la aritmética es tozuda y el retorno sobre la inversión es un numerito que no miente y que buena es la gestión. Sin embargo, hoy escucho a gente de derechas con argumentos que ni la CNT. Y este es el problema fundamental de España después de lo de la nata en la carbonara: que ya nadie ve la política como lo que es, es decir, como la gestión de lo público, como la ordenación de la convivencia, como algo práctico y frío, algo menor y desapasionado, algo aburrido más cercano a rellenar impresos que a dar discursitos incendiarios. Lo ven como algo intenso, ridículo y tribal en lo que les va la vida. Y nos dan la turra a los demás. A mi llámenme lo que quieran menos romántico: la política es el marrón de dirigir funcionarios.

Podemos estar a favor o en contra de que en Ferias haya conciertos con dinero público. Personalmente, en contra. Podemos también estar a favor o en contra de que el Ayuntamiento tenga entre sus competencias el desarrollo turístico, la marca-ciudad y la imagen que proyectamos al mundo. Personalmente, a favor. Pero una vez que se ha decidido que en Ferias haya conciertos pagados entre todos y que el Ayuntamiento tiene la obligación de velar por la imagen de la ciudad y de promocionarla, parece claro que se pueden unir ambos aspectos y que el retorno en imagen de alguien con millones de seguidores en redes sociales es indudable. En términos musicales prefiero a mi hija cantando en la ducha que escuchar un minuto de la música de este señor, por llamarla de algún modo. En términos de ‘marketing’, prefiero un Derulo que a todos los Niños Cantores de Viena. Pero en términos políticos parece una buena noticia que la izquierda sociológica abandone durante unos días la demagogia de biberón y ábaco y descubra por fin las bondades del capitalismo. Y, sobre todo, de las matemáticas. A ver si les dura. Ahora solo falta que lo entienda la derecha-CNT. Ya les dije que pedía demasiado.

(Esta columna se publicó originalmente en El Norte de Castilla el 25 de agosto de 2022. Disponible haciendo clic aquí).

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